La piel es rica en receptores sensoriales, que proporcionan información sobre la presión, la temperatura y el dolor, además de captar cualquier contacto. Estos "marcadores de contacto" abundan especialmente en áreas como las puntas de los dedos, los labios, los pezones y las plantas de los pies.
Comunicaciones bajo la piel
El tacto nos permite tocar la realidad circundante, en el verdadero sentido de la palabra. También nos permite comunicarnos a través del contacto y así cultivar las relaciones sociales, por ejemplo a través de abrazos, caricias, masajes, cosquillas, abrazos o incluso un vigoroso apretón de manos.
Mensajes en un lienzo en blanco
Como órgano de comunicación, la piel envía señales no sólo táctiles sino también visuales, por ejemplo cuando nos sonrojamos por vergüenza o palidecemos por envidia, pero también cuando sudamos con demasiada ansiedad o se nos pone la piel de gallina en momentos de excitación.
Algunas condiciones patológicas, como la ictericia, la hipertensión, la deficiencia de hierro o la diabetes, no son verdaderas enfermedades de la piel, sino que se presentan con los síntomas típicos de la piel. Por lo tanto, ciertas alteraciones pueden ayudar a hacer un diagnóstico.
A estos mensajes involuntarios se suman los voluntarios: muchas personas consideran su piel como un lienzo en blanco y la modifican con total conciencia gracias a los tatuajes, el maquillaje, el piercing o el autobronceado.