En comparación con la vista o el oído, el sentido del olfato es a menudo subestimado, sin embargo es un sentido extremadamente eficiente. Los humanos son capaces de distinguir unos 10.000 olores diferentes.
Todo esto es manejado por millones de células sensoriales especializadas presentes en la mucosa nasal. Éstos proporcionan información sobre los aromas y las fragancias que flotan en el aire, ayudándonos a distinguir entre los pétalos de rosa, la orina de los gatos, los pies fétidos, los cigarrillos o el café recién hecho. Estas señales químicas - a menudo percibidas inconscientemente - tienen el poder de influir en el comportamiento y en los estados de ánimo.
¿Delicioso o picante?
Los olores corporales también son de fundamental importancia en la interacción humana. Hay gente que, hay que decirlo, no lo soporta. Y algunas personas no pueden dejar de oler a sus bebés.
El olor de un ser humano es único, como una huella dactilar, y contiene una avalancha de mensajes. Hasta la fecha, no se han desvelado todos los misterios que se esconden tras el olor corporal, en los que la genética y el sistema inmunológico desempeñan un papel decisivo.
Sin embargo, si algo es seguro es que la flora bacteriana descompone diversas sustancias producidas por la piel (especialmente el sudor) en partículas individuales con un olor más o menos pronunciado. Los otros factores que afectan el olor de una persona son el sexo, el estado emocional, la edad y la dieta.
Espías al servicio de la salud
Los cambios patológicos en el metabolismo - por ejemplo, la diabetes, las enfermedades renales y los trastornos hepáticos - también pueden causar los típicos olores corporales, que a su vez proporcionan indicaciones valiosas para el diagnóstico.
Actualmente se están probando las llamadas narices electrónicas y los perros que huelen los tumores. Las pruebas tienen como objetivo verificar la eficacia de ambos métodos en el diagnóstico temprano de las enfermedades.